EDUCACIÓN INCLUSIVA: VISIÓN Y TRANSFORMACIÓN DE LA SOCIEDAD
Es una realidad latente que la sociedad y, por lo
tanto, la escuela como reflejo de esta, está repleta de diversidad, el alumnado
tiene diversidad de necesidades e intereses y cabe destacar que no solo
aquellos alumnos o alumnas que presenten algún tipo de discapacidad o
enfermedad temporal o permanente son los protagonistas de dicha diversidad.
Encontramos diversidad en cuanto a la cultura, la clase social, en cuanto al
género, en cuanto a las capacidades, etc. Con esto me gustaría matizar que
debemos entender la diversidad como una cualidad enriquecedora de la sociedad y
aprovechar dicha realidad para que el proceso de enseñanza-aprendizaje de
respuesta a las necesidades de todo el alumnado del centro.
A lo largo de los años la respuesta ante la diversidad
ha cambiado, pero siempre ha dependido de las ideas políticas, sociales,
económicas y culturales del momento. Así como de la investigación y los avances
médicos. En la Edad Antigua se creía que la diferencia, que la enfermedad era
producida por el demonio y en consecuencia se escondía a aquellas personas que
padecían algún tipo de enfermedad o trastorno, llegando incluso a asesinarlas,
produciéndose lo que denominados exclusión social. Esta situación no mejora
hasta el siglo XVI que se produce un avance en la concepción de las
enfermedades mentales, se estudia las anomalías desde un punto de vista médico,
centrándose en la patología de la persona y en sus aspectos dañados. Se produce
entonces un fenómeno de organización social llamado segregación que consiste en
dar respuesta asistencial y marginatoria a estos colectivos.
Ya en el siglo
XIX, Esquirol, un psiquiatra francés separa la idiocia (estado con el que se
nace) de la locura (se adquiere), reconociendo así la existencia de personas
idiotas y la necesidad de considerar las carencias intelectuales en la infancia,
aunque niega su educabilidad Pinel considera que es posible y crea la primera
escuela de débiles mentales. Pinel pretende rehabilitar a los subnormales y
junto a su discípulo Itard pusieron en práctica sus ideas con el conocido caso
Víctor.
La sociedad va avanzando, la medicina se va
consolidando, la investigación y el descubrimiento de las distintas
enfermedades hace que entendamos y comprendamos que es lo que sucede a la
persona y así actuar en consecuencia. Surge entonces una corriente científico
pedagógica, basada tanto en el tratamiento médico asistencial como en el poder
de la educación para modificar la conducta, apareciendo así las escuelas de
educación especial. Esta corriente se consolida con Montessori, Decroly,
Claprêde y Neville, entre otros. Con la llegada del siglo XX se produce la era
de la institucionalización y con ella la educación concebida como un derecho de
todos y todas, pero eso sí, lejos de la sociedad. Parte de esta ideología se
produce por la supremacía del modelo médico sobre el pedagógico.
En este punto se concibe la educación especial como un
sistema diferente, que contaba con aquellas personas que no alcanzaban o
seguían los cauces considerados normales, pero la demanda y la preocupación
social sobre la atención a niños/as en instituciones ordinarias, cerca del
lugar de vivienda hace que se acepta la integración del alumnado con
necesidades en centros ordinarios, aunque se cuestione como llevarlo a cabo.
Durante este siglo se entiende que la escuela no solo tiene función académica
sino sociabilizadora, se asume que la educación debe propiciar el respeto a la
diferencia y existen demandas sociales por ello. A partir de entonces se
plantean servicios para el alumnado, se estudia el curriculum, los programas
individuales, se lanzan programas, leyes, y distintas asociaciones estudian y
analizan los derechos de las personas con discapacidad.
Se cuestiona ahora que la integración no es
suficiente, la integración educativa no posibilita la normalización de las
personas con necesidades, la integración no ofrece las mismas oportunidades y
derechos al alumnado con necesidades, por ello hablamos ahora de educación
inclusiva o de centros inclusivos.
La educación inclusiva busca contribuir al desarrollo
integral de la persona y ofrecer las mismas oportunidades al alumnado,
eliminando las barreras que impiden la participación del alumnado en el centro.
De acuerdo al modelo social, las barreras al aprendizaje y la participación
aparecen a través de la interacción entre los estudiantes y sus contextos
(Booth y Ainscow, 2000). La educación inclusiva es una tarea de toda la
comunidad educativa y un proceso que exige una formación e información
constante sobre nuevas prácticas educativas adecuadas que respondan a tal fin.
Se trata de apreciar la diferencia, la diversidad como algo positivo para el
propio aprendizaje y saber aprovecharlo como tal. Tal y como destacan Echeíta y
Ainscow, entre otros, el término educación inclusiva se asocia al término
necesidades educativas especiales, pero creo que debe abarcar mucho más, no
solo los alumnos o alumnas con discapacidad son vulnerables a la exclusión o
marginación del sistema escolar, el género, la clase social, el lenguaje son
situaciones que tienden a la desigualdad de oportunidades. Si bien es verdad
que las necesidades educativas especiales pueden abarcar estas situaciones y
entonces el término educación inclusiva podría ir ligado al de necesidades
educativas especiales, pero la realidad es muy distinta y si analizamos dicho
término hace referencia al alumnado con discapacidad, olvidando al resto. Este
término supone además someter al alumnado a un proceso conocido como
etiquetaje, que genera bajas expectativas ante este colectivo. Las escuelas
deben encontrar la manera de educar con éxito a todo el alumnado, sentando así
las bases para una sociedad más igualitaria, con igualdad de oportunidades, no
discriminatoria ni segregadora, que prevenga la exclusión social, que fomente
la participación y la colaboración, que valore la diversidad.
Este modelo de educación exige analizar y reflexionar
sobre las prácticas escolares, sobre la cultura y la política de centro, pero
sobre todo es necesario formular leyes específicas y tener un compromiso
constante con la comunidad educativa, para que esta tenga acceso a los recursos
necesarios para atender a la diversidad del aula. Además, es importante
sensibilizar a toda la comunidad educativa de que debe ser el centro el que se
adapte a las necesidades del alumnado y no éste al centro, para ello se deben
elaborar planes y programas concretos que fomenten la participación del
alumnado y que esta sea fructífera para su desarrollo. En esto consiste la educación
inclusiva, se trata de que el sistema educativo y las aulas cambien para
contemplar la diversidad y no decidir a quién educar y a quién no.
Como he hablado anteriormente se trata de eliminar las
barreras que impiden la participación del alumnado en el centro escolar, con
barreras de aprendizaje entendemos por un lado todas aquellas leyes que
contradicen los principios de la educación inclusiva, como la existencia de
centros especiales, que segregan y excluyen al alumnado de los centros
ordinarios, otro ejemplo son las aulas de apoyo, donde el alumnado sale en
algunos momentos de su jornada escolar. Otras barreras que encontramos en los
centros son de tipo cultural, el lenguaje que usamos (hablamos de alumnado
“normal” y “especial” o “necesidades educativas especiales”) o el tratamiento
que damos al alumnado según sus capacidades, yendo en contra del principio de
normalización. Otra barrera de aprendizaje son los propios procesos de
enseñanza aprendizaje, basamos en obtener objetivos y no en el proceso, unos
procesos y un sistema que fomenta la competitividad y no la cooperatividad. El
curriculum escolar debe ser flexible y abierto, debe adaptarse a las
competencias y capacidades de cada alumno y alumna, haciéndole además
protagonista de su propio aprendizaje. Otras barreras que encontramos y que
quizás nos sean más fáciles de ver a simple vista son las arquitectónicas o las
de tipo organizativo, si decimos que el curriculum se debe adaptar al alumnado
también lo debe hacer el espacio del centro, para que no haya ningún rincón que
impida la participación.
No debemos olvidarnos de la participación de la
familia y de la colaboración de esta con el centro, la tarea de educar en
igualdad a todo el alumnado debe ser compartida por la comunidad educativa,
profesorado, familia, equipos directivos, organizaciones, ayuntamientos y en
definitiva toda la sociedad debe velar por cumplir el derecho a la educación en
igualdad de oportunidades.
Hemos hablado en algún momento de los principios de la
educación inclusiva, es importante tenerlos en cuenta y siempre presentes. Me
gustaría matizar algunos de ellos:
- Principio de normalización, este
principio supone un pilar fundamental en la escuela inclusiva, ya que si
queremos atender a todo el alumnado debemos normalizar su situación en la
medida de lo posible para garantizar una respuesta igualitaria. Se trata
de hacer imperceptible la diferencia.
- Principio de no discriminación,
evitando así conductas marginatorias, excluyentes, segregadas y en
definitiva todas aquellas conductas que sean contrarias a garantizar
la igualdad de oportunidades y la plena participación del alumnado en el
aprendizaje.
- Acondicionar el sistema para dar
respuesta a las necesidades del alumnado, promoviendo el desarrollo
integral de todos y su plena participación en el sistema escolar.
- Entender la diversidad como un valor
educativo, como una herramienta enriquecedora del aprendizaje.
- Pensar en la escuela como punto de
partida del cambio, como eje transformador de la sociedad.
- Potenciar el trabajo cooperativo,
creando un clima de tolerancia y respeto donde cada alumno y alumna se
sienta valorado y con total libertad de participar en el aprendizaje.
- Trabajar en equipo y colaborar para
garantizar un pleno proceso de enseñanza y aprendizaje para todo el alumnado.
- Tener presente que la escuela
inclusiva es una responsabilidad de todo el centro educativo.
- Altas expectativas hacia todo el
alumnado y la comunidad educativa. Creer y potenciar las capacidades del
alumnado, partiendo de ellas y no de las necesidades.
Existen distintos
proyectos de inclusión por el mundo, proyectos dedicados a la investigación, en
España destaca en proyecto INCLUD-ED, un proyecto que investiga sobre las
comunidades de aprendizaje, estudia cómo superar las diferencias y promover la
igualdad y cohesión grupal. La existencia de nuevos proyectos, de
investigaciones pone de manifiesto la necesidad de una mayor equidad y de que
esta actitud es responsabilidad de toda la comunidad, además, la inclusión
supone un gran desafío para los sistemas educativos, por ello es importante la
colaboración de la comunidad por un mismo fin.
Existen otros recursos y estrategias a nuestro alcance
para hacer de los centros lugares más inclusivos, como el Index for Inclusion elaborado por Tony Booth y Mel
Ainscow (2000), ha sido adaptado al contexto educativo español como
Guía para la evaluación y mejora de la educación inclusiva. El Index es usado como palanca para
reflexión y análisis de los centros educativos en materia de inclusión y hacer
de ellos comunidades que abogen por la equidad y la inclusión social como medio
de desarrollo. Se trata de construir propuestas educativas innovadoras sobre la
base que tiene el centro para mejorar sus prácticas educativas y su política y
cultura de centro. Este proceso supone alcanzar un grado de máxima
participación del alumnado en el centro escolar. Hablaba anteriormente del
término necesidades educativas especiales, pues bien, los autores del Index proponen sustituir dicho término
por el de barreras de aprendizaje, de las que hemos hecho referencia
anteriormente.
Este proceso tiene 5 etapas que preparan al centro y a
los equipos de trabajo para analizar la escuela y el conocimiento de la
comunidad educativa y así decidir los aspectos a mejorar. Posteriormente se
elabora el plan de mejora, se implanta, se evalúa y se repite dicho proceso.
No podemos cerrar el proceso de reflexión sin hacer
referencia al papel del docente, sabemos que el docente es el motor del cambio,
de la mejora y del desarrollo del centro, pero cabe destacar que no trabaja
solo, debe colaborar con la comunidad educativa. El docente debe estar
informado y formado en materia de inclusión y creer posible el cambio, debe
considerar la diversidad como fuente de aprendizaje y sus prácticas educativas deben
velar por una educación de calidad para todos y para todas. Es importante que
el docente comprenda, respete y responda ante la diversidad, no tiene sentido
que, si la escuela nos preparada para la vida no nos enfrentemos a ella en las
aulas.
No podemos olvidar que formamos a personas, que
merecen ser respetados, comprendidos y apoyados y que vivimos en comunidad, por
ello el aprendizaje debe ser en comunidad por y para todos y todas.
“No es difícil
entender la diversidad, no es la diversidad lo que hace difícil la vida, son
las actitudes y los pensamientos de los demás los que hacen difícil la vida en
diversidad.”
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