EL CAMINO HACIA LA
INCLUSIÓN
Durante la
asignatura hemos podido observar cómo ha ido cambiando la concepción de las
personas con necesidades educativas especiales así como ha ido evolucionando el
sistema educativo en lo que se refiere a la atención de los alumnos con dichas características,
además de los recursos tanto materiales y personales empleados para llegar al
fin último como es conseguir una educación inclusiva de calidad que integre a
todos los alumnos independientemente de sus características.
A lo largo de la
historia se han dado tres modalidades educativas como son: exclusión, segregación,
integración e inclusión, que iremos viendo a continuación.
Partimos de la
exclusión, un tipo de educación que tiende a la no escolarización y atención a
los alumnos y personas con necesidades educativas especiales. Este tipo de
educación la podemos ver reflejada a lo largo de la historia: en la Edad Media
la discapacidad que sufrían las personas se pensaba que era debida a causas
demoniacas y divinas, pero no es hasta el siglo XVII-XVIII cuando gracias a
Descartes y Locke se cambia el punto de vista en lo que se refiere a las
enfermedades mentales. Posteriormente, a finales del siglo XVIII, con Itard
gracias al caso “Victor” se pudo observar como el contexto es un elemento
fundamental para la modificación de comportamientos, consiguiendo así el
aprendizaje y la relación entre las palabras y los objetos. Más adelante, María
Montessori elaboró materiales con diferentes posibilidades pedagógicas; por lo
tanto se consiguieron grandes avances en la atención a los alumnos y personas
con necesidades educativas especiales, ya que anteriormente se consideraban a
estas personas como no educables, por lo tanto no recibían escolarización y
eran apartadas de la sociedad al no poderse integrar en la misma.
Con el nacimiento de la
Educación Especial entre el siglo XVIII y principios del siglo XIX surgieron
las primeras instituciones que se especializaban en las atenciones a las
personas deficientes como sordas, ciegas y con retraso mental. Se pensó en otra
modalidad de educación como es la segregación en la que alumnos considerados
“normales” acuden a un centro educativo ordinario y por otro lado centros de
Educación Especial al que acuden alumnos con necesidades educativas especiales,
donde el objetivo es desarrollar actitudes y habilidades para poderse
desenvolver en el día a día y en la sociedad. En 1922 se creó el primer colegio
de educación público para alumnos con discapacidades intelectuales, denominado
Escuela Central de Anormales. Unos años más tarde en los años 50 una asociación
de padres y madres (NARC) comenzaron a pedir que sus hijos con discapacidad
pudieran ser atendidos en las escuelas ordinarias, lo que fue un gran paso hacia la integración.
Sin embargo, a partir
del Informe Warnock de 1978 y gracias a la LOGSE que integra la filosofía del
mismo supuso un antes y un después en la educación especial debido a que se
empieza a considerar que los fines de la educación han de ser los mismos para
todos los alumnos ya sea por necesidades educativas especiales o dificultades
de aprendizaje y por ello para poder atender a todos los alumnos en los centros
ordinarios independientemente de sus necesidades, características e intereses,
es muy importante adecuar el curriculum ya que al ser flexible y cambiante se
puede adecuar a las dificultades que presentan los alumnos, realizando dos
tipos de modificaciones, llamadas adaptaciones. Dependiendo del tipo de
dificultad que presente el alumno o alumna encontramos: por un lado una
significativa, es decir, introducimos cambios en los contenidos y por otro
lado, una adaptación no significativa en la que realizamos cambios en el
currículo para que el alumno sea capaz de alcanzar los objetivos propuestos;
siempre debemos realizar el cambio o modificación desde la normalización.
Posteriormente, gracias
a la Ley de Integración Social del Minusválido (LISMI) de 1982, se comienza a
ver la importancia de la integración de los alumnos con necesidades educativas
especiales en los centros ordinarios. Dar una educación de calidad a la
sociedad depende de cómo prestemos atención a las necesidades que presentan los
alumnos en los centros educativos y como consecuencia estaremos abandonando el
término integración, para dar paso al término inclusión. Sólo lo podremos
llevar a cabo si los alumnos se sienten valorados como miembros de la comunidad
educativa.
Unos años más tarde con
el nacimiento de la Ley de Ordenación
General del Sistema Educativo (LOGSE) se
comienza a tener en cuenta las necesidades o dificultades que presentan los
alumnos y alumnas. Comienzan a surgir nuevas modalidades de escolarización como
pueden ser: los centros ordinarios, centros de educación especial, etapa de
Educación Secundaria Obligatoria, centros de Educación especial con programas
de transición a la vida adulta, programas de Garantía Social y Formación
Profesional Especial; por lo que podemos decir que se comienza a tener en
cuenta a los alumnos con necesidades educativas especiales y por lo tanto una
integración de los mismos al sistema educativo; así como le favorece la
integración en la sociedad.
El cambio de la
concepción de la educación especial dentro de los centros ordinarios se debe a
tres factores: “principio de normalización, la quiebra del principio innatista
y el cambio de concepción de la naturaleza del currículum” ( González Manjón,
1993).
Con la visualización de
la película “Al frente de la clase”, hemos podido observar las dificultades que
se le presentan a una persona con discapacidad para integrarse en la sociedad y
además buscar trabajo. Por lo tanto un reflejo del tratamiento de la sociedad
hacia las personas que presentan necesidades educativas especiales.
Entendemos el término
necesidades educativas especiales como las medidas que se establecen para que
un alumno sea capaz de alcanzar los objetivos propuestos y así poder acceder al
currículo. Para ello llevamos a cabo diversas estrategias, de las que
hablaremos más adelante. Se caracteriza porque surgen del contexto en el que
viven los alumnos, a partir del cual podemos llegar a abordar las dificultades
que presentan los alumnos; son relativas ya que pueden variar con el tiempo y
por último pueden ser transitorias como son las dificultades de aprendizaje en
un momento dado o pueden ser permanentes, como las necesidades educativas
especiales.
En la identificación de
la dificultad o discapacidad de un alumno o alumna, los docentes tienen un
papel muy importante al ser el principal recurso identificador de necesidades y
dificultades de los alumnos. Cuando un docente detecta que el desarrollo que
tiene un alumno no se encuentra en los patrones normales ya sea por encima
porque presenta conocimientos no acordes a su edad o por debajo al presentar
dificultades en el aprendizaje; recurre al orientador que realiza una petición
para que el Equipo de Atención Temprana pueda acudir al centro a observarle,
pero no sin antes reunirse con la familia del alumno para que den su
aprobación, en caso de que no lo deseen,
no se puede hacer nada.
En el aula, el
aprendizaje cooperativo es una buena estrategia para ayudar a los alumnos que
presentan dificultades de aprendizaje así como necesidades educativas especiales;
puesto que de esta forma estamos contribuyendo al aprendizaje entre iguales y
podemos abordar la dificultad que presenta el alumno o alumna ya que mediante
esta estrategia los alumnos se ayudan uno a otros contribuyendo a la
construcción de su propio aprendizaje, la cohesión de grupo y el aprendizaje
común a todos los alumnos. Pero esto sólo es posible si llevamos a cabo la
inclusión en las aulas.
Pero para poder atender
a todas las necesidades y dificultades que presentan los alumnos, que no pueden
ser abordadas en un aula ordinaria mediante la realización de adaptaciones en el currículo ordinario, con el fin de
poder alcanzar los objetivos propuestos. Es necesaria una modalidad educativa
diferente a la que se sigue en las aulas ordinarias.
Cuando un alumno
presenta dificultades en el lenguaje debido a que es extranjero, puede acudir
al “aula de enlace durante nueve meses, es decir, un curso escolar y pasado
este tiempo cuando ya ha aprendido el idioma y puede integrarse, pasa al aula
ordinaria y para ello poco a poco se van retirando horas de permanencia en el
“aula de enlace” hasta su completa inclusión en el aula ordinaria. Por otro
lado, para poder atender a los alumnos o alumnas que presentan un desfase
curricular, se procede a la educación compensatoria a la que acuden los alumnos
con un desfase curricular de dos años y se establecen medidas para poder llegar
a superarlo, por ejemplo: un alumno o alumna de cuarto de primaria puede estar
dando contenidos de segundo de primaria, debido al desfase curricular que
presenta. Además, en caso de que el alumno o alumna no pueda acudir a un centro
educativo ordinario debido a una enfermedad, existe otra modalidad para poder
atender a su escolarización como son las aulas hospitalarias y el apoyo
domiciliario entre otros. Por último, también podemos encontrar equipos
específicos que atienden una sola enfermedad o característica que presentan los
alumnos como el Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Gracias a los
diferentes recursos personales expuestos anteriormente, podemos abordar desde
la educación las “barreras de aprendizaje” con las que se pueden encontrar los
alumnos a lo largo de su proceso de escolarización, que nacen del entorno y les
rodea como pueden ser las circunstancias sociales.. Por ello no sólo tenemos
que tener en cuenta a los alumnos sino también el entorno que les rodea, para
lograr la inclusión más óptima.
Existen diversos
proyectos, a través de los cuales podemos abordar el tema de la educación
inclusiva. Algunos de investigación y desarrollo como el proyecto
“INTERPROYECT” a través del cual se trata de abordar la educación intercultural
en las escuelas mediante actividades y prácticas de aula para los docentes; por
otro lado, encontramos el proyecto “INCLUD-ED” con el que se busca identificar
aquellas barreras y estrategias que generan mayores tasas de fracaso escolar y
exclusión. Gracias a estos proyectos podemos abordar la educación inclusiva no
sólo desde el punto académico sino también social y cultural. Por último,
encontramos el proyecto “Proyecto Madrid: éxito para todos” con el que se trata
de mejorar la atención a la diversidad mediante la participación del alumnado
inmigrante y sus familias
Una forma de poder
abordar la inclusión es gracias a Mel Ainscow y Tony Booth, ya que
desarrollaron el Index for Inclusión, se trata de una guía para la evaluación y
la mejora de la educación inclusiva en los centros educativos. Con la que se
trata de dar una respuesta a la diversidad de alumnado, ya que la visión que
tienen estos autores acerca de la inclusión no es solamente atender a los
alumnos con necesidades educativas especiales, sino atender a la diversidad de
alumnado, ya que como he comentado anteriormente no sólo existen las
necesidades educativas especiales sino que también las dificultades de aprendizaje
con las que un alumno se puede encontrar en un momento determinado de su
escolarización.
El propósito de poner
en práctica esta guía es la reducción de la exclusión mediante los currículos y
la práctica docente y así poder atender a la diversidad del alumnado dando la
mejor respuesta educativa posible. Mel Ainscow y Tony Booth, proponen la
sustitución del término “necesidades educativas especiales” por el término “barreras
de aprendizaje” a las que ya hemos hecho referencia anteriormente.
Esta guía se desarrolla
en cinco etapas en la que los docentes deben trabajar de forma colaborativa y
cooperativa. Se comienza cuando el equipo de Plan de Mejora establece un
coordinador y se presentan los materiales que se van a emplear, y el trabajo a realizar
así como aquello a lo que le vamos a dar más prioridad. Posteriormente se
elabora un plan de mejora, se pone en marcha las innovaciones y por último se
evalúa el plan revisando los aspectos a mejorar del mismo. He de recalcar que
esta guía para poder atender a la diversidad y por tanto llegar a la inclusión
educativa, aborda tres dimensiones como la cultura, política y práctica, desde
las que se trata las dificultades que presentan los alumnos.
Considero que aunque
hoy en día tendemos a la educación inclusiva, no es posible ofrecer una
educación inclusiva de calidad que atienda a todos los alumnos debido a la
falta de recursos materiales, personales y económicos con los que se encuentra
el sistema educativo; así como, es necesario dar una formación adecuada al
profesorado para poder dar una respuesta de calidad a todos los alumnos en lo
que respecta a la diversidad. Por último cabe destacar que es necesaria la
coordinación y comunicación entre las familias y la escuela puesto que es una
buena forma de poder alcanzar una educación de calidad para los alumnos y sin
ellas la escuela no es capaz de alcanzar por sí sola.
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