lunes, 3 de abril de 2017

Hoja de trabajo nº 1 y º 2

ANALIZANDO LA INCLUSIÓN

Partimos de la base que nos propone Echeíta y es que la inclusión es una actitud y un valor esencial para alcanzar una educación de calidad para todos y para todas y, por lo tanto, para poder llevar a cabo escuelas inclusivas debemos cambiar nuestra actitud y nuestro valores ante la diversidad. Entendemos diversidad por aquellas individualidades que nos diferencian a unas personas de otras, diversidad en cuanto al género, en cuanto a la cultura, los valores, en cuanto a la clase social, en cuanto a la capacidad o aquellas individualidades físicas o psicológicas que nos diferencian. Y es que todos y cada uno de nosotros somos distintos al resto pero debemos disfrutar de las mismas oportunidades, derecho que nos brinda la escuela inclusiva, sin olvidarnos de valorar la diversidad que encontremos en el aula, ya que siempre nos supone oportunidades para aprender.

La atención a la diversidad no supone únicamente garantizar el acceso a la educación a aquellos alumnos que antes se veían excluidos o segregados del sistema, la atención a la diversidad supone proporcionar una respuesta educativa ajustada a las necesidades del alumnado, desde en punto de vista igualitario. Es importante resaltar que no es el alumnado el que se debe adaptar al centro y al profesorado, sino que es el centro y el profesorado el que se debe adaptar al alumnado, debe adaptar su proyecto educativo, su funcionamiento, su organización, sus prácticas educativas a las necesidades del alumnado. Las escuelas deben encontrar la manera de educar con éxito a todo el alumnado, sentando así las bases para una sociedad más igualitaria, con igualdad de oportunidades, no discriminatoria ni segregadora, que valore la diversidad.

La participación del alumnado, por lo tanto, es importante y necesaria para lograr escuelas inclusivas por ello los centros deben eliminar barreras que impidan el acceso del alumnado a la educación y participación en el centro. De acuerdo al modelo social, las barreras al aprendizaje y la participación aparecen a través de la interacción entre los estudiantes y sus contextos (Booth y Ainscow, 2000)

Los centros y el profesorado debe comprometerse a hacer una reflexión profunda sobre su práctica educativa, su cultura y su política escolar con el fin de mejorar la participación del alumnado dentro de la comunidad educativa.

Para todo ello, podemos encontrar modelos de inclusión como los que aparecen en el texto El modelo inclusivo, política y programas en España de Carbonell (2009) donde encontramos diferentes ejemplos de programas de inclusión y casos dados en España, o los proyectos presentados en Redes de Apoyo para promover la Inclusión educativa de López Cruz. Pero entre todas las propuestas existentes cabe destacar el modelo de inclusión por excelencia llamado Index for Inclusión (Booth y Ainscow), el cual es una guía para que los centros avancen hacia la inclusión educativa. Toda ella reúne una serie de pautas a seguir en la cual toda la comunidad educativa debe estar implicada y sirve como ejemplo para evitar las barreras sobre la inclusión al contar con el punto de vista de los protagonistas: profesorado, alumnado y familias.

Este proceso tiene 5 etapas que resumiremos a continuación; En la primera etapa el centro debe prepararse para llevar a cabo el proceso, familiarizarse con los cuestionarios, crear grupos de trabajo y elegir a un coordinador. En la segunda etapa se debe analizar el centro en profundidad, analizar el conocimiento de la comunidad educativa (familias, alumnado, profesorado, etc) y decidir los aspectos a mejorar. En la tercera etapa se debe elaborar un plan de mejora que permita al centro alcanzar atender al alumnado desde una realidad inclusiva. En la cuarta etapa se debe implantar el plan de mejora y registrar el proceso. Por último, en la quinta etapa se debe evaluar el proceso, analizar aquellos aspectos que se puedan mejorar y continuar con dicho proceso.

Además, debemos tener en cuenta otros aspectos relacionados con la práctica docente que debemos mejorar. El profesorado debe estar cualificado y adaptado para atender a la diversidad por ello es importante estar en formación constante con este fin, realizando también constantes procesos de investigación-acción para mejorar su práctica educativa. En el aula debemos optar por el trabajo cooperativo, considerando el aula como un espacio de convivencia y de aprendizaje. Se debe adaptar la organización del aula a las necesidades del momento, sin olvidarnos de dar posibilidades de convivencia y aprendizaje en comunidad.

El Index, en definitiva, “no debe percibirse como una iniciativa más para los centros educativos sino como una forma de comprometerse con un plan de mejora del centro educativo, fijando prioridades de cambio, innovaciones y evaluando los progresos” (Index for Inclusion. Booth y Ainscow).

Por todo ello creemos que sí disponemos de estrategias suficientes para crear escuelas inclusivas, pero sin embargo la mayoría no cuentan con suficientes recursos tanto personales como materiales para poder llevarla a cabo en su totalidad. Además, hace falta más formación, sensibilidad, concienciación e iniciativa por parte de la comunidad educativa y de la sociedad, para que se dé más valor a esta educación y por lo tanto más inversión y más recursos para la misma, ya que como aparece en el texto Paradojas y Dilemas en el proceso de Educación Inclusiva en España (Echeita, G., Simón, C., Verdugo M., Sandoval, M., López, M., Calvo, I., González-Gil, F.), vemos como los materiales pueden funcionar como facilitadores o como barreras para personas con discapacidades y en nuestra opinión para todo el alumnado.

Debe haber por lo tanto mejora de los recursos, materiales didácticos y cambios en las estrategias tradicionales, que mejoren y abarquen tanto para el proceso enseñanza-aprendizaje, como la atención a las conductas, emociones, motivación y necesidades de los alumnos, de manera que los centros adapten los materiales a las mismas.
En el mismo Index for inclusion se sugiere que los miembros del grupo coordinador deben preguntarse ¿Qué recursos están disponibles para apoyar el aprendizaje y la participación? ¿Cómo se pueden movilizar recursos adicionales?, y afirma que para trabajar con el mismo se requiere tanto recursos personales como materiales, los cuales es necesario que sean accesibles para todo el grupo de alumnos. Por lo que pensamos que cada centro escolar debe reflexionar sobre todo lo necesario para avanzar hacia la inclusión.

Al igual que las estrategias y recursos, el currículum también puede funcionar como barrera o impedimento hacia este avance. En la actualidad, en España los centros escolares a partir de estrategias e implicación pueden  ir muy bien encaminados hacia dicha inclusión, pero por desgracia, en nuestra opinión, contamos con un currículo demasiado rígido que no permite una completa inclusión, ya que este no abarca toda la diversidad de los alumnos, los cuales en muchas ocasiones tienen que luchar por adaptarse y lograr llegar a los objetivos, puesto que éste les marca límites en vez de incluirles en el proceso educativo.

Por lo tanto, el papel que juega éste en las escuelas inclusivas debe ser abierto y flexible, permitiendo a todos los alumnos poder llegar a los objetivos del mismo, y no a un gran grupo excluyendo a parte del alumnado y a la vez de la población, Para lograr que los centros educativos tengan una visión más inclusiva es necesario que toda la comunidad educativa: padres, madres, alumnos, alumnas, profesores y todas las personas que con la escuela se relacionan, tomen conciencia de lo importante que es llevar a cabo una educación inclusiva.

Es necesario hacer ver a la comunidad educativa que en la educación inclusiva no sólo se benefician los alumnos que presentan necesidades educativas especiales, sino que también, los alumnos considerados como “normales” ya que al vivir esta situación con un compañero o compañera de tales características, les permite desarrollar actitudes de tolerancia hacia los demás por lo que aprenden a vivir con la discapacidad o peculiaridad de su compañero. Haciendo así imperceptible la discapacidad o dificultad de los demás, desarrollando así el principio de normalización.

Pero para poder llevar a cabo una inclusión de calidad en los centros educativos, es importante llevar a cabo estrategias como el aprendizaje cooperativo en el que “se espera de cada alumno o almna, no sólo que aprenda lo que el profesor o la profesora le enseña sino que contribuya también a que lo aprendan sus compañeros y compañeras” (Pujolas, 2012). Con esta estrategia permitimos que alumnos o alumnas que presentan necesidades educativas especiales, se encuentren incluidos de forma positiva en las aulas ya que sus compañeros y compañeras siempre estarán para ayudarle puesto que el aprendizaje no se basa en la individualidad sino en el aprendizaje en grupo.
Esto es de vital importancia ya que en nuestra sociedad, todos los niños y niñas tienen derecho a una educación de calidad y esta sólo se logrará si el sistema educativo tiene que en cuenta la diversidad de alumnado y se adapta a cada uno de ellos teniendo en cuenta sus intereses, necesidades y características ya que como explicó Gardner con su teoría de las Inteligencias Múltiples, cada alumno aprende de forma diferente por lo que debemos enfocar el aprendizaje a la mejor forma que este tiene para aprender para así poder desarrollar al máximo su potencial consiguiendo un óptimo aprendizaje.

Pero la educación de calidad puede ir dada de la mano a la educación inclusiva puesto en ella no sólo se atiende a las necesidades de los demás, sino que como hemos dicho anteriormente, también se crean actitudes de respeto, apoyo, tolerancia, etc importantes para poder llevar a cabo una educación de calidad en la que los alumnos y alumnas son los protagonistas de su propio aprendizaje; eliminando aquellas barreras que hacen que veamos a este tipo de alumnos/as como diferentes y por tanto tienden a ser excluidos de las aulas debido a la falta de recursos, metodología inadecuada e incluso la propia actitud de la comunidad educativa que hace que se excluya a este tipo de alumnos y alumnas de la educación ordinaria. Pero no nos damos cuenta que un alumnado con necesidades educativas especiales hace que el aprendizaje de todos los demás compañeros y compañeras sea más enriquecedor.

Por todo ello debemos eliminar las barreras que no hacen posible que se de una educación inclusiva de calidad, ya que como propone Melero (2011) el Index for Inclusion nos puede servir para eliminar las barreras que hace que no se pueda llevar a cabo una educación de calidad como puede ser: profesorado, alumnado e incluso las propias familias.
Si pensamos pues en cómo conseguir una escuela más participativa y si podemos llevarla a cabo, partimos de que antiguamente las escuelas también estaban regidas por un currículo rígido e inamovible por lo que no se podía modificar y todo alumno o alumna que no fuera capaz de alcanzar los contenidos y objetivos quedaba fuera del sistema educativo al no poder alcanzar los mínimos requeridos, lo que le conllevaba al fracaso escolar. Pero hoy en día, esto ha cambiado puesto que las escuelas llevan a cabo un currículo flexible y modificable para adaptarlo a las necesidades que presenta el alumnado. Por ello podemos decir que la escuela, al tener en cuenta a todo tipo de alumnos y alumnas, hace de ella un lugar participativo, enriquecedor, inclusivo, un lugar donde todo tipo de alumnos y alumnas puedan ir a aprender, a divertirse y a relacionarse con los demás.

Cabe mencionar que las familias como agente educativo, cuentan con un papel muy importante en las escuelas y por tanto en la educación de sus hijos. Formando así parte de la comunidad educativa.

En conclusión, hoy en día cada vez nos acercamos más hacia la educación inclusiva. Pero la falta de recursos tanto materiales, personales como espaciales hacen que esta sea difícil de llevar a cabo y por lo tanto no se llegue a dar una educación de calidad. Ante esto, las prácticas educativas así como la política y la cultura escolar deben estar destinadas a tal fin, deben estar destinadas a garantizar a todo el alumnado la oportunidad de aprender en un mismo espacio, un mismo espacio que les permita relacionarse  y participar en igualdad de condiciones

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