“UN VIAJE POR LA HISTORIA DE LA EDUCACIÓN INCLUSIVA”
A lo largo de la historia de la educación especial y más concretamente de la educación inclusiva, que es la meta que queremos alcanzar en nuestra sociedad, se han dado distintos avances y retrocesos en cuanto al trato que recibían y reciben personas con trastornos, dificultades, déficit o problemas de aprendizaje.
Partimos de que la educación especial siempre ha dependido de la situación política, económica, social e ideológica del momento así como de los avances en ciencia y medicina.
Nos situamos primero en la Edad Antigua, donde se observa que las minusvalías físicas, psíquicas y sociales se nos presentan con dos visiones y planteamientos diferentes. Una primera será fruto de la concepción demonológica, maléfica o mítica,. En ellas, el mal, la miseria, la enfermedad tenía un origen diabólico, llegando incluso a producirse infanticidios con el objetivo de eliminar a estar personas de la sociedad. Un segundo enfoque, más científico y natural, entenderá las deficiencias como algo anatómico. Médicos-filósofos como Hipócrates, Asclepiades o Galeno, e intentarán separar las deficiencias y enfermedades de las culpas y voluntad de los dioses.
Durante la Edad Media aumenta la influencia religiosa y se pasa de la idea de enfermedad como algo anatómico a la idea de que la enfermedad es producida por el demonio o por causas astrales, lejos del dominio humano. Así, se producen numerosas conductas de abandono o rechazo por las enfermedades, deficits o deficiencias físicas y psíquicas. Esta concepción del trato a la diversidad quisimos reflejarla de la siguiente manera:
Llegamos entonces al siglo XVI-XVIII cuando se empieza a pensar que se deben cuidar a las personas con enfermedades y cobra importancia la naturaleza humana y es entonces cuando aparecen los primeros atisbos de segregación, que más tarde trataremos, ya que se da una respuesta asistencial y marginadora a estos colectivos, pero ya hacia el siglo XVIII se inicia una reforma en las instituciones, se otorga un tratamiento más humano, En este mismo siglo se produce un impacto en la pedagogía gracias a “Emilio”, un tratado escrito por Rousseau, que pone de manifiesto que el hombre es bueno por naturaleza, esta idea supuso avances en la sociedad del momento llegando en el siglo XIX al comienzo de la rehabilitación de los “subnormales”, su origen atribuido a Pinel y su discípulo Itard quienes intentaron rehabilitar a Víctor, el niño salvaje de Aveyron. Podemos ver para ello la película que trata sobre este caso, que pone de manifiesto la superposición de la herencia social a la herencia biológica, se reconoce el papel de la educación en el proceso de “hominización”, la educación es esencial para ser persona, vemos como la motivación y el interés juegan un papel fundamental en el aprendizaje y como el lenguaje conlleva en aprendizaje del significado (significante-significado).
A mediados del siglo XIX Esquirol, psiquiatra francés, separa la idiocia (estado con el que se nace) de la locura (se adquiere), el hecho de considerar la idiocia un estado natural supone la negación de su educabilidad. Pero ésto no fue así para Seguin, que crea la primera escuela dedicada a la educación de débiles mentales, crea materiales didácticos y actividades. Además destaca la importancia de la evaluación y observación del niño. A este avance debemos añadir el avance médico, la investigación y el descubrimiento de las distintas enfermedades hace que entendamos y comprendamos que es lo que le pasa a la persona y así poder actuar en consecuencia, un buen ejemplo de este hecho es la película “al frente de la clase”, donde podemos ver que una vez conocido el síndrome que padece el protagonista se puede entender su comportamiento y actuar en consecuencia, al contrario de lo que ocurre anteriormente, que se juzga, se malinterpreta, se cuestiona y se critica su conducta
Pasamos por otros autores como Pestalozzi y Fröebel que apuestan por una educación natural, y además de la mano de Samuel Howe se lucha por una educación de ciegos y sordos. Destacamos en esta parte el caso de Ana Sullivan, una institutriz que educó y enseñó a comunicarse, a leer y a escribir a Helen Keler, una niña que a los dieciocho meses sufrió una grave enfermedad que le provocó pérdida auditiva y visual, este caso provocó un cambio en la posibilidad de dar una educación a personas con discapacidad e incluso hoy en día se puede tomar como ejemplo de superación y motivación.
Esta corriente médico pedagógica se consolida con Decroly, con una orientación globalizadora de la educación defendía que la mente de un niño/a, deficiente o no, capta y piensa en términos de globalidad. Además María Montessori, influenciada por Seguin, elabora materiales con bastantes posibilidades pedagógicas para trabajar con deficientes mentales.
Llegamos a un enfoque psicológico clínico y psicométrico, de la mano de Stern, Binet y Simon, que elaboran las primeras pruebas de cociente intelectual y una separación y clasificación de lo normal y patológico.
A pesar de ello, es entonces cuando se produce un retroceso, primero con Darwin, que consideraba que las personas con enfermedades no permitían que la sociedad avanzase, produciéndose una visión negativa de la selección natural. Y posteriormente con H. Goddard, que considera a este colectivo peligroso para la sociedad en la educación.
Con la llegada del siglo XX se produce la era de la institucionalización, y con ello la era de la exclusión y segregación, dado que las instituciones y los centros optaban porque este colectivo tuviese derecho a la educación y ésta fuera obligatoria, eso sí, lejos de la sociedad, situándose en las afueras. Además las instituciones empiezan a aceptar cada vez más persona con distintos tipos de deficiencia y se produce una especialización de las instituciones.
Parte de esta concepción o conducta es debido a la supremacía del modelo médico sobre el pedagógico, En este punto se entiende la educación especial como un sistema diferente, que contaba con aquellas personas que no alcanzaban o seguían los cauces considerados “normales”. La demanda social y el derecho a la educación con deficiencias, hacen que se acepte la integración de alumnos con necesidades especiales en centros “normales” (ordinarios), aunque aún se cuestione el cómo llevarlo a cabo.
En este punto nos encontramos con cuatro términos diferentes: segregación, exclusión, integración e inclusión. Así pues, hemos visto cómo a lo largo de la historia hemos pasado de una educación segregada a una educación integradora, y el paso de una pedagogía basada en el déficit hacia una educación especial que toma como base las necesidades educativas especiales; desde una educación especial llevada a cabo de forma segregada en centros específicos a una educación especial integrada en el sistema educativo ordinario. Ahora nos queda preguntarnos…
¿cómo podemos pasar de una enseñanza basada en la integración a una enseñanza basada en la inclusión, que reconozca la diversidad como factor de desarrollo humano, que erradique desigualdades y fomente la construcción de un espacio de aprendizaje?
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